Hermana by Rosamund Lupton
autor:Rosamund Lupton [Lupton, Rosamund]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T05:00:00+00:00
Capítulo 13
Domingo
Esta mañana ni siquiera está la recepcionista de abajo, y la gran área del vestíbulo está desierta. Subo en el ascensor vacío hasta la tercera planta. Hoy lo más probable es que solamente hayamos venido el señor Wright y yo.
Me dijo que esa mañana quería «repasar la declaración sobre Kasia Lewski», lo cual será extraño porque hace menos de una hora he dejado a Kasia en tu apartamento, enfundada en tu antiguo camisón.
Voy directa al despacho del señor Wright y de nuevo ya tiene el café y el agua listos. Me pregunta si estoy bien y le tranquilizo y le digo que sí.
—Empezaré recapitulando lo que me ha contado hasta ahora de Kasia Lewski —dice, mirando hacia abajo a sus notas mecanografiadas, que deben ser una transcripción de una parte anterior de mi declaración. Empieza a leer en voz alta—: «Kasia Lewski vino al apartamento de Tess el veintisiete de enero hacia las cuatro de la tarde preguntando por ella».
Recuerdo el sonido del timbre y cómo me abalancé hacia la puerta; tenía el «Tess» en mi boca, casi a punto de salir, cuando abrí y me quedé solamente con el sabor de tu nombre. También me acuerdo de mi resentimiento al ver a Kasia esperando en el umbral, con sus zapatos baratos de tacón alto y las venas hinchadas a causa del embarazo, en sus piernas pálidas con la carne de gallina. También me estremezco al recordar mi esnobismo, pero por otro lado, me alegro de que la estampa siga viva en mi mente.
—¿Le dijo que iba a la misma clínica que Tess? —pregunta el señor Wright.
—Sí.
—¿Mencionó cuál?
Sacudo la cabeza y no le digo que tenía demasiada prisa por deshacerme de ella como para demostrar el menor interés, y aún menos hacerle preguntas. Mira sus notas de nuevo.
—Dijo que también era soltera, pero que ahora su novio había vuelto con ella, ¿verdad?
—Así es.
—¿Conoció entonces a Michael Flanagan?
—No, él estaba esperándola en el coche. Hizo sonar la bocina y me acuerdo que ella se puso nerviosa, como si le temiera.
—¿Y la siguiente vez en que la vio fue justo después de abandonar la casa de Simon Greenly? —pregunta.
—Sí. Le llevé ropa para el bebé.
Pero eso no es del todo sincero. Utilicé mi visita a Kasia como excusa para evitar a Todd y la pelea que sabía terminaría con nuestra relación.
* * *
A pesar de la nieve y de las aceras resbaladizas, solo tardé diez minutos en caminar hasta el apartamento de Kasia. Desde entonces, me ha dicho que ella siempre venía a verte a ti, y supongo que era para evitar a Mitch. Su piso está en Trafalgar Crescent, un impostor de cemento y feo entre las pulcras y simétricas plazas ajardinadas y con la debida forma de media luna del resto del distrito Wll. A lo largo y por encima de su calle, como si se pudiera alcanzar tan fácilmente como se coge un libro de una estantería, está la Westway, y el rugido del tráfico cae como un martillo por toda la calle.
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